Editorial
El
chiste de CAVIDI
No es un secreto
para ningún venezolano y hasta para
algunos extranjeros que para poder salir de Venezuela de acuerdo al interés
personal de cada quien, ya no solo hace falta escoger el destino y las actividades
a realizar sino que desde hace unos años
atrás también tenemos en el país una serie de restricciones para el consumo de
bienes y servicios pagaderos en dólares, llamado CADIVI, el cual nos pueden causar
verdaderos dolores de cabeza. http://www.cadivi.gob.ve/
Sin duda,
vacaciones, es mi palabra favorita, como la de muchos seguramente. No importa
si involucra un paseo por el páramo o echarse en las playas de Sucre. El
sentimiento de libertad es el mismo. Osadamente, este año decidimos (mi pareja
y yo) que las vacaciones serian en el exterior, no muy lejos pero sí fuera de Venezuela. Sin saber en lo que nos estábamos metiendo.
Para esto
comenzamos con el viacrucis, estoy seguro que quienes idean estos procesos como
CADIVI, se regodean viendo hasta donde somos capaces de llegar por unos míseros
dólares, que seguramente no cubrirán los planes estipulados. Mi novia se ofreció gentilmente a imprimir las
planillas, sacar copias a los documentos y “foliar” las carpetas. Yo no tengo
ni la capacidad ni la paciencia. http://www.cadivi.gob.ve/saladeprensa/2011/2193
noticiaconimagen.html
Me informé días antes de ir a la agencia del banco sobre los montos
correspondientes a los viajes al exterior que estableció
la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), atendiendo a la duración y destino,
cuyo máximo será de 3.000 dólares por solicitud que supere los ocho días, con
destino hacia Europa, áfrica, Asia y Oceanía. El límite anual por usuario será de $3.000, para el
pago en divisas con tarjetas de crédito efectuados
durante su permanencia fuera del territorio venezolano y $400 para realizar
pagos de consumos de bienes y servicios efectuados con tarjetas de crédito
mediante operaciones de comercio electrónico. ¿Esto es acaso una clase de
burla? ¿Será que de verdad se cree que con estos montos se puede cubrir un
viaje a estos destinos y a la vez disfrutar de la manera que cada quien decida?
http://blog.lechugaverde.com/2012/03/cadivi-montos-autorizados-de-acuerdo-al.html
Concerté mi cita
vía online y me presenté en el banco el día indicado. Pandemónium. Como ya es
normal en el país, la agencia estaba
desbordada, pero tengo que destacar que
ese día iba más allá de cobrar un cheque o hacer un a solicitud de
divisas, la gente se agolpaba a las
puertas del banco suplicando, rogando que les concedieran un bono soberano.
Como pude tomé el
ticket, solo 30 personas por delante. En
momentos como estos la paciencia debe
dominar, pero si le sumas a la señora que, muy simpática ella, me indicó
que la silla a su lado se encontraba vacía y una vez me senté se
disparó a hablar, no es mucho el control de las emociones que podrías tener en
ese momento.
Dos horas y cuarto.
Por fin llegó mi turno, estaba exhausto por la conversa. Me senté y aflojé la sonrisa más radiante que
el agobio me permitió. Sin verme a los ojos la mujercita contestó con un
“¿Cuántas solicitudes van a ser?” Le dije dos y entregué mis carpetas —estos
empleados bancarios encargados de recibir las solicitudes de CADIVI son una
nueva raza; funcionarios públicos a la fuerza-. Me informó, sin piedad, que el
número de pasaporte en la planilla no concordaba con el de las copias de las
carpetas.
Una centésima de
segundo me tomó darme cuenta que estaba fregado. Que saldría del banco con el
rabo entre las piernas, molestó y sin
dólares. Había asumido la derrota. Y no solo eso, en esa misma centésima de
segundo me dio tiempo de perdonarle la distracción a mi novia que tanto se
había esmerado en que las etiquetas quedaran perfectamente centradas. Pero como
dije antes, estos empleados son una nueva raza.
La mujercita no me
podía dejar ir así. Mientras recogía mis papeles, me dijo: “Y además, la
copia de la cédula no es legible”. Le enseñé mi cédula bolivariana para
que viera que la copia era exacta y que, en todo caso, las imperfecciones se
debían a la mala calidad del documento. Me respondió que “bueno, si me vienes
con ese documento no te la tramito”. Yo no respondí, solo me le quedé viendo.
No recuerdo haber
odiado tanto a alguien en toda mi vida y así lo manifesté con la mirada. “Si me
sigues viendo así llamó al guardia”. No sé si
es fruto de mi imaginación o lo es que recuerdo pero de los
acontecimientos que siguieron, este es mi mejor recuento: “¡Pues llámelo!”
Volví a clavarle la mirada en los ojos y encontré lo que buscaba, miedo. Más
bien terror. Sonreí diabólicamente y solté una carcajada seca. ¡Qué
satisfacción, carajo!
Por donde se vea,
el tema de CADIVI se trata de humillación. Un vía crucis para recibir una
limosna que nos haga sentir un fresquito. Un vago recuerdo de aquel “ta’ barato
dame dos”. Arrodillados con la cabeza gacha y la mano extendida para recibir
las dadivas del rey. ¿Qué otras colas nos calaremos? ¿Hasta dónde llegaremos?
Estoy seguro que la cola para comprar los Bistés del almuerzo no será tan
simpática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario