martes, 12 de junio de 2012


Editorial
 
El chiste de CAVIDI

No es un secreto para ningún  venezolano y hasta para algunos extranjeros que para poder salir de Venezuela de acuerdo al interés personal de cada quien, ya no solo hace falta escoger el destino y las actividades a realizar sino  que desde hace unos años atrás también tenemos en el país una serie de restricciones para el consumo de bienes y servicios pagaderos en dólares, llamado CADIVI, el cual nos pueden causar  verdaderos dolores de cabeza. http://www.cadivi.gob.ve/ 

Sin duda, vacaciones, es mi palabra favorita, como la de muchos seguramente. No importa si involucra un paseo por el páramo o echarse en las playas de Sucre. El sentimiento de libertad es el mismo. Osadamente, este año decidimos (mi pareja y yo) que las vacaciones serian en el exterior, no muy lejos pero sí  fuera de Venezuela. Sin saber en lo  que nos estábamos metiendo.

Para esto comenzamos con el viacrucis, estoy seguro que quienes idean estos procesos como CADIVI, se regodean viendo hasta donde somos capaces de llegar por unos míseros dólares, que seguramente no cubrirán los planes estipulados. Mi  novia se ofreció gentilmente a imprimir las planillas, sacar copias a los documentos y “foliar” las carpetas. Yo no tengo ni la capacidad ni la paciencia. http://www.cadivi.gob.ve/saladeprensa/2011/2193 noticiaconimagen.html

Me informé días antes de ir a la agencia del banco sobre los montos correspondientes a los viajes al exterior que estableció la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), atendiendo a la duración y destino, cuyo máximo será de 3.000 dólares por solicitud que supere los ocho dí­as, con destino hacia Europa, áfrica, Asia y Oceaní­a. El lí­mite anual por usuario será de $3.000, para el pago en divisas con tarjetas de crédito efectuados durante su permanencia fuera del territorio venezolano y $400 para realizar pagos de consumos de bienes y servicios efectuados con tarjetas de crédito mediante operaciones de comercio electrónico. ¿Esto es acaso una clase de burla? ¿Será que de verdad se cree que con estos montos se puede cubrir un viaje a estos destinos y a la  vez  disfrutar de la manera que cada quien decida? http://blog.lechugaverde.com/2012/03/cadivi-montos-autorizados-de-acuerdo-al.html

Concerté mi cita vía online y me presenté en el banco el día indicado. Pandemónium. Como ya es normal en el país, la agencia  estaba desbordada,  pero tengo que destacar que ese día iba más allá de cobrar un cheque o hacer un a solicitud de divisas,   la gente se agolpaba a las puertas del banco suplicando, rogando que les concedieran un bono soberano.


Como pude tomé el ticket, solo 30  personas por delante. En momentos  como estos la paciencia debe dominar, pero si le sumas a la señora que, muy simpática ella, me indicó que  la silla a su lado  se encontraba vacía y una vez me senté se disparó a hablar, no es mucho el control de las emociones que podrías tener en ese momento. 

Dos horas y cuarto. Por fin llegó mi turno, estaba exhausto por la conversa.  Me senté y aflojé la sonrisa más radiante que el agobio me permitió. Sin verme a los ojos la mujercita contestó con un “¿Cuántas solicitudes van a ser?” Le dije dos y entregué mis carpetas —estos empleados bancarios encargados de recibir las solicitudes de CADIVI son una nueva raza; funcionarios públicos a la fuerza-. Me informó, sin piedad, que el número de pasaporte en la planilla no concordaba con el de las copias de las carpetas.
Una centésima de segundo me tomó darme cuenta que estaba fregado. Que saldría del banco con el rabo  entre las piernas, molestó y sin dólares. Había asumido la derrota. Y no solo eso, en esa misma centésima de segundo me dio tiempo de perdonarle la distracción a mi novia que tanto se había esmerado en que las etiquetas quedaran perfectamente centradas. Pero como dije antes, estos empleados son una nueva raza.

La mujercita no me podía dejar ir así. Mientras recogía mis papeles, me dijo: “Y además, la  copia de la cédula no es legible”. Le enseñé mi cédula bolivariana para que viera que la copia era exacta y que, en todo caso, las imperfecciones se debían a la mala calidad del documento. Me respondió que “bueno, si me vienes con ese documento no te la tramito”. Yo no respondí, solo me le quedé viendo.

No recuerdo haber odiado tanto a alguien en toda mi vida y así lo manifesté con la mirada. “Si me sigues viendo así llamó al guardia”. No sé si  es fruto de mi imaginación o lo es que recuerdo pero de los acontecimientos que siguieron, este es mi mejor recuento: “¡Pues llámelo!” Volví a clavarle la mirada en los ojos y encontré lo que buscaba, miedo. Más bien terror. Sonreí diabólicamente y solté una carcajada seca. ¡Qué satisfacción, carajo!

Por donde se vea, el tema de CADIVI se trata de humillación. Un vía crucis para recibir una limosna que nos haga sentir un fresquito. Un vago recuerdo de aquel “ta’ barato dame dos”. Arrodillados con la cabeza gacha y la mano extendida para recibir las dadivas del rey. ¿Qué otras colas nos calaremos? ¿Hasta dónde llegaremos? Estoy seguro que la cola para comprar los Bistés del almuerzo no será tan simpática.

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