lunes, 9 de abril de 2012


No saben cuando les tocara

SECUESTRO EXPRESS

El “Secuestro Exprés” se refiere a la custodia de una o más personas en contra de su voluntad, pueden retener al individuo durante varios días y horas; en este tiempo de retención los antisociales exigen una cierta suma de dinero a familiares para que puedan ser liberas las víctimas. Estos  secuestros en los venezolanos,  se ha convertido prácticamente en algo muy común del día a día; se calcula un aproximado  de 48 victimas al día en Venezuela.

Otra característica de extorsión que frecuentemente se confunde con Secuestro Exprés es aquella donde los delincuentes vigilan a la victima y te obligan a sacar una alta cantidad de dinero, cobrar cheques y a veces hasta te obligan a comprar joyas o prendas costosas. En la mayoría de los casos los delincuentes se llevan el carro junto con las cosas robadas, sino también obligan a la víctima a manejar hasta llegar a un destino lejano.

Vale la pena aclarar que para que exista la utilización apropiada de la palabra secuestro, es preciso que los bandidos pidan una suma de dinero por la liberación de la victima y exista un convenio en ese proceso. La segunda modalidad mencionada anteriormente no podría llamarse secuestro, ya que es literalmente un rapto con robo. Se considera  que esta nueva modalidad de secuestro se está ostentando en respuesta al uso masivo de tarjetas de crédito en la población.-

Los criminales en la actualidad buscas el dinero fácil, y como ya no les es tan sencillo robar el dinero en efectivo, encontraron esta manera de raptar a las personas y quitarles sus pertenencias.

Película Secuestro Express

Secuestro Express es una película venezolana rodada en el 2005 protagonizada por Mía Maestro. La película fue dirigida por Jonathan Jakubowicz. La premier de la película fue en Nueva York en agosto de 2005. Secuestro Express fue nominado para la mejor película del idioma extranjero para los British Independent Film Awards.

Cada sesenta minutos secuestran a una persona en América Latina. El 70% de las víctimas no sobreviven. La película se desenvuelve en Caracas y redacta la historia de Carla (Mía Maestro) y su novio Martín (Jean Paul Leroux) al momento de ser repentinamente secuestrados por Trece (Carlos Julio Molina), Budu (Pedro Pérez) y Niga (Carlos Madera), quienes se ganan la vida secuestrando a adultos jóvenes para obtener dinero rápido de sus padres ricos. En un drama aterrorizante, son paseados durante dos horas al amanecer por Caracas mientras esperan que el padre de Carla (Rubén Blades) entregue el rescate - una cantidad pequeña para un caraqueño rico, equivalente a unos 8 años del salario mínimo venezolano. Pronto forman una relación con sus captores para intentar escaparse, pero en el intento matan a Martín, mientras que lanzan a Carla en un paraje desolado, sólo para ser encontrada por otro sistema de policías secuestradores y así revelar el lado humano de Trece cuando regresa y rescata a Carla de los policías secu
estradores y Trece le dice a Carla que se vaya y corra, mientras Trece se sube al carro con Niga y Budu y se van y Carla empieza a correr. La película termina con Carla regresando a su vida normal y se convierte en más humanitaria y menos presumida de su dinero. Siendo la mejor película Venezolana 2005-2006 y la primera en ser estrenada mundialmente.

Trescientos

Soy Reinaldo Albarán les contaré mi historia. El lunes pasado, salí temprano de la oficina; como nunca tengo tiempo para mí decidí comer en un restaurante  a dos cuadras de la empresa, era tan divina la comida que tu mente empieza a pensar como gordo. Al entrar al local sentí que alguien me seguía, pero, como mi mente solo pensaba en comer no le preste atención, me senté en la mesa y llame al mesonero repetidas veces. ¡Tengo hambre!, grité sin importar aquellos clientes que me miraron con gran obstinación. 

Mientras miraba el Menú, noté que al  leer tanta variedad de  platos aumento mi apetito; recordé aquella película “Ratatouille” e imaginé aquellos olores característicos de  cada plato que pasaba por mi mente, pensaba no en pedir un plato, sino dos platos y hasta tres;  recordé ese instante de la película donde aquella insignificante rata sabía percibir cada sabor y cada olor que te da cada esencia al cocinar.

Al fin llega el mesonero, de entrada pedí  un pan con ajo bien tostado. Aparte caviar blanco, langosta, carne de cobo gratinado y de tomar, una botella de vino Merlot de la mejor cosecha, ¿completa su orden?, pregunta aquel chico, algo impresionado. De repente mientras recibía aquel manjar, sentí una mirada fija sobre mí, me imagine que la gente me miraba pensando, ¿cómo se va a comer toda esa comida?, bueno era tan sencillo que solo probaría un poco de  cada plato para matar mis antojos, con tal, el dinero y la comida para mí nunca fueron problemas, tengo una fortuna para gastar en lo que me dé la gana.

Al salir del restaurante fui a mi camioneta y sentí una respiración que no era la mía, camine muy rápido, no sabía quién me seguía mire a los lados y pensé: ¡seguro estoy alucinando de tanta comida!,  no me equivocaba me seguían dos tipos vestidos de negro; me tomaron por la espalda y me metieron en la camioneta.  Por segundos no sabía lo que estaba ocurriendo, me drogaron y vendaron mis ojos, amarraron mis manos y mis pies, arrancaron con gran velocidad; gritaba: ¿Qué hacen?, ¿A dónde me llevan?, ¿Quiénes son ustedes?; en medio de mi desesperación recibí un golpe tan fuerte que me dejó inconsciente.

Allí estaba yo en aquél cuarto oscuro, con una puerta donde ni la luz podía pasar. Quizás todo era un sueño, pero no, a los trecientos segundo segundos entró un hombre corpulento con un pañuelo  que cubría su rostro, tenía en su mano un arma muy grande, jamás había visto una así, aquél hombre vestía con unos jeans sucios, un suéter negro y unos zapatos llenos de  barro. Al entrar lo miré con rabia, le dije: ¿Qué quieres conmigo?, empezó a gritar como loco solo decía: quiero real pana, y eso es lo que a ti te sobra. 

Qué tanto le podría importar lo que yo tuviera, en ese instante sentí que estaba viviendo mi propia película  un “Secuestro Express”, aquella película venezolana de la que  tanto me reí, y que ahora yo era el protagonista; mi cuerpo quedó petrificado cuando caí en cuenta de lo que estaba metido, me cansé de ofrecerle lo que quisiera pero el solo me golpeaba demostrando su gran molestia o quizás envidia. Ya los golpes no dolían; ahora me preguntaba quién pagaría por rescatarme, si yo siempre he sido una mala persona, jamás les dediqué tiempo a mis padres a mis hijos, estaba sólo.

Luego de pensar en todo lo que mi mente había olvidado por tanto trabajo, le ofrecí una gran cantidad de dinero a los secuestradores, no sabía cómo negociar con ellos, porque el trato lo haría yo, yo no confiaba en ellos, pero me armé de valor y propuse unos cien millones para empezar, me miraron con gran obstinación, creían que los estaba vacilando, por eso comenzó mi tortura, cortaron uno de mis dedos, como castigo por la poca cantidad; yo solo quería salir de allí que la vida me diera la oportunidad de seguir, de cambiar y ser una mejor persona.

No hacía más que gritar del dolor, mi sufrimiento era inmenso lo único que pasaba por mi mente, era el recuerdo de mis dos niñas que tenía más de un año sin verlas. Las horas pasaron y los hombres decidieron negociar, me pidieron trescientos millones, les mentía diciéndoles que no tenía esa cantidad; fue uno de mis grandes errores debía dar lo que me pedían, porque no darlo si estaba pagando por mi vida, siguió la tortura pero estaba vez cortaron los dedos de mis pies, ya mi cuerpo estaba débil de tanta sangre derramada.

Pedí renegociar para entregar la suma que me pedían; pasaron las horas y no encontraba respuesta, hasta que al cabo de unos trescientos segundos habían vendado mis ojos, me subieron al carro, en el transcurso del camino escuché en la radio extras por mi desaparición, los hombres mandaron a cubrir mis heridas y me dieron ropa limpia. Al llegar al banco amenazaron con matar a mis dos hijas si llegaba a delatarlos, cuando entre al banco y solicité esa gran cantidad, no fue motivo de queja por ningún gerente, porque mi cuenta se manejaba con muchos más dinero que esa cantidad, los minutos de esperas se me hacían eternos.

Por primera vez deseaba como nunca ver a mi familia, cuando me entregaron el dinero salí corriendo a donde estaban los secuestradores. Aquellos hombres mostraban su corazón de piedra, me subieron al carro, pensé que todo por fin había terminado, pero no, había cometido otro gran error en darles el dinero con tanta rapidez. Hablaban de matarme; dijeron porque me habían secuestrado, con sentimientos de odio, criticaban a las personas que como yo desperdician el dinero a manos llenas, en caña, drogas mujeres y platos finos, sin pensar en toda la gente que estaba sin comer.

Por un instante sentí que todos mis esfuerzos habían fracasado, al cabo de un tiempo desnudaron mi cuerpo mutilado y me abandonaron en una carretera baldía, como pude me puse de pie y camine 300 metros hasta conseguir una aldea, pedí ayuda y me desvanecí. Cuando desperté estaba en una habitación de paredes blancas, con un olor característico a hospital; al mirar al frente observé al pie de mi cama a mis dos hijas y a mis padres; comprendí que la familia a la que había rechazado y olvidado eran mi único apoyo y mi única razón de existir.

Me arrepentí de todo el tiempo que había perdido, les pedí un fuerte abrazo y me disculpé por todos los errores que había cometido en mi vida; doy gracias a Dios por darme una nueva oportunidad para cambiar y ser mejor persona.

Secuestros como éstos se viven día a día en cantidades de familias venezolanas; ya las personas lo consideran como algo común en sus vidas, en Venezuela durante  julio del 2008 a julio del 2009, se registraron 16.917 secuestros, de ellos un 82% en la modalidad express.

Estamos sometidos a vivir en una constante angustia por la delincuencia, ya sea por los atracos en las calles o por los diferentes tipos de secuestros express que en la actualidad se presentan, algunos los llaman el paseo millonario.  Interceptan a las  víctimas en distintas zonas de Caracas, saliendo o entrando de su casa o trabajo, cerca de restaurantes o discotecas o zonas comerciales, te llevan a cajeros mientras te amenazan y a los bancos para retirar cifras millonarias, roban carros con la víctima adentro  para luego dejarla en algún sitio baldío.

Se recomienda: no salir a altas horas de la noche, colocarle papel ahumado a lo vidrios y mantenerlos arriba, no manejar el teléfono mientras manejas, estar siempre alerta y mirar a su alrededor, estas son una de las maneras de estar protegidos, pero esto no quita que mañana puedas ser tú víctima de un secuestro express.

Roxana Benavente

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