No saben cuando les
tocara
SECUESTRO EXPRESS
El “Secuestro
Exprés” se refiere a la custodia de una o más personas en contra de su
voluntad, pueden retener al individuo durante varios días y horas; en este
tiempo de retención los antisociales exigen una cierta suma de dinero a
familiares para que puedan ser liberas las víctimas. Estos secuestros en los venezolanos, se ha convertido prácticamente en algo muy
común del día a día; se calcula un aproximado
de 48 victimas al día en Venezuela.
Otra característica
de extorsión que frecuentemente se confunde con Secuestro Exprés es aquella
donde los delincuentes vigilan a la victima y te obligan a sacar una alta
cantidad de dinero, cobrar cheques y a veces hasta te obligan a comprar joyas o
prendas costosas. En la mayoría de los casos los delincuentes se llevan el
carro junto con las cosas robadas, sino también obligan a la víctima a manejar
hasta llegar a un destino lejano.
Vale la pena
aclarar que para que exista la utilización apropiada de la palabra secuestro,
es preciso que los bandidos pidan una suma de dinero por la liberación de la
victima y exista un convenio en ese proceso. La segunda modalidad mencionada
anteriormente no podría llamarse secuestro, ya que es literalmente un rapto con
robo. Se considera que esta nueva
modalidad de secuestro se está ostentando en respuesta al uso masivo de
tarjetas de crédito en la población.-
Los criminales en
la actualidad buscas el dinero fácil, y como ya no les es tan sencillo robar el
dinero en efectivo, encontraron esta manera de raptar a las personas y quitarles
sus pertenencias.
Película Secuestro
Express
Secuestro Express
es una película venezolana rodada en el 2005 protagonizada por Mía Maestro. La
película fue dirigida por Jonathan Jakubowicz. La premier de la película fue en
Nueva York en agosto de 2005. Secuestro Express fue nominado para la mejor
película del idioma extranjero para los British Independent Film Awards.
Cada sesenta
minutos secuestran a una persona en América Latina. El 70% de las víctimas no
sobreviven. La película se desenvuelve en Caracas y redacta la historia de
Carla (Mía Maestro) y su novio Martín (Jean Paul Leroux) al momento de ser
repentinamente secuestrados por Trece (Carlos Julio Molina), Budu (Pedro Pérez)
y Niga (Carlos Madera), quienes se ganan la vida secuestrando a adultos jóvenes
para obtener dinero rápido de sus padres ricos. En un drama aterrorizante, son
paseados durante dos horas al amanecer por Caracas mientras esperan que el
padre de Carla (Rubén Blades) entregue el rescate - una cantidad pequeña para
un caraqueño rico, equivalente a unos 8 años del salario mínimo venezolano.
Pronto forman una relación con sus captores para intentar escaparse, pero en el
intento matan a Martín, mientras que lanzan a Carla en un paraje desolado, sólo
para ser encontrada por otro sistema de policías secuestradores y así revelar
el lado humano de Trece cuando regresa y rescata a Carla de los policías secu
estradores y Trece
le dice a Carla que se vaya y corra, mientras Trece se sube al carro con Niga y
Budu y se van y Carla empieza a correr. La película termina con Carla
regresando a su vida normal y se convierte en más humanitaria y menos presumida
de su dinero. Siendo la mejor película Venezolana 2005-2006 y la primera en ser
estrenada mundialmente.
Trescientos
Soy Reinaldo
Albarán les contaré mi historia. El lunes pasado, salí temprano de la oficina;
como nunca tengo tiempo para mí decidí comer en un restaurante a dos cuadras de la empresa, era tan divina
la comida que tu mente empieza a pensar como gordo. Al entrar al local sentí que
alguien me seguía, pero, como mi mente solo pensaba en comer no le preste
atención, me senté en la mesa y llame al mesonero repetidas veces. ¡Tengo
hambre!, grité sin importar aquellos clientes que me miraron con gran
obstinación.
Mientras miraba el
Menú, noté que al leer tanta variedad
de platos aumento mi apetito; recordé
aquella película “Ratatouille” e imaginé aquellos olores característicos de cada plato que pasaba por mi mente, pensaba
no en pedir un plato, sino dos platos y hasta tres; recordé ese instante de la película donde
aquella insignificante rata sabía percibir cada sabor y cada olor que te da
cada esencia al cocinar.
Al fin llega el
mesonero, de entrada pedí un pan con ajo
bien tostado. Aparte caviar blanco, langosta, carne de cobo gratinado y de
tomar, una botella de vino Merlot de la mejor cosecha, ¿completa su orden?,
pregunta aquel chico, algo impresionado. De repente mientras recibía aquel
manjar, sentí una mirada fija sobre mí, me imagine que la gente me miraba
pensando, ¿cómo se va a comer toda esa comida?, bueno era tan sencillo que solo
probaría un poco de cada plato para
matar mis antojos, con tal, el dinero y la comida para mí nunca fueron
problemas, tengo una fortuna para gastar en lo que me dé la gana.
Al salir del restaurante
fui a mi camioneta y sentí una respiración que no era la mía, camine muy
rápido, no sabía quién me seguía mire a los lados y pensé: ¡seguro estoy
alucinando de tanta comida!, no me
equivocaba me seguían dos tipos vestidos de negro; me tomaron por la espalda y
me metieron en la camioneta. Por
segundos no sabía lo que estaba ocurriendo, me drogaron y vendaron mis ojos,
amarraron mis manos y mis pies, arrancaron con gran velocidad; gritaba: ¿Qué
hacen?, ¿A dónde me llevan?, ¿Quiénes son ustedes?; en medio de mi
desesperación recibí un golpe tan fuerte que me dejó inconsciente.
Allí estaba yo en
aquél cuarto oscuro, con una puerta donde ni la luz podía pasar. Quizás todo
era un sueño, pero no, a los trecientos segundo segundos entró un hombre
corpulento con un pañuelo que cubría su
rostro, tenía en su mano un arma muy grande, jamás había visto una así, aquél
hombre vestía con unos jeans sucios, un suéter negro y unos zapatos llenos
de barro. Al entrar lo miré con rabia,
le dije: ¿Qué quieres conmigo?, empezó a gritar como loco solo decía: quiero
real pana, y eso es lo que a ti te sobra.
Qué tanto le podría
importar lo que yo tuviera, en ese instante sentí que estaba viviendo mi propia
película un “Secuestro Express”, aquella
película venezolana de la que tanto me
reí, y que ahora yo era el protagonista; mi cuerpo quedó petrificado cuando caí
en cuenta de lo que estaba metido, me cansé de ofrecerle lo que quisiera pero
el solo me golpeaba demostrando su gran molestia o quizás envidia. Ya los
golpes no dolían; ahora me preguntaba quién pagaría por rescatarme, si yo
siempre he sido una mala persona, jamás les dediqué tiempo a mis padres a mis
hijos, estaba sólo.
Luego de pensar en
todo lo que mi mente había olvidado por tanto trabajo, le ofrecí una gran
cantidad de dinero a los secuestradores, no sabía cómo negociar con ellos, porque
el trato lo haría yo, yo no confiaba en ellos, pero me armé de valor y propuse
unos cien millones para empezar, me miraron con gran obstinación, creían que
los estaba vacilando, por eso comenzó mi tortura, cortaron uno de mis dedos,
como castigo por la poca cantidad; yo solo quería salir de allí que la vida me
diera la oportunidad de seguir, de cambiar y ser una mejor persona.
No hacía más que
gritar del dolor, mi sufrimiento era inmenso lo único que pasaba por mi mente,
era el recuerdo de mis dos niñas que tenía más de un año sin verlas. Las horas
pasaron y los hombres decidieron negociar, me pidieron trescientos millones,
les mentía diciéndoles que no tenía esa cantidad; fue uno de mis grandes
errores debía dar lo que me pedían, porque no darlo si estaba pagando por mi
vida, siguió la tortura pero estaba vez cortaron los dedos de mis pies, ya mi
cuerpo estaba débil de tanta sangre derramada.
Pedí renegociar
para entregar la suma que me pedían; pasaron las horas y no encontraba
respuesta, hasta que al cabo de unos trescientos segundos habían vendado mis
ojos, me subieron al carro, en el transcurso del camino escuché en la radio
extras por mi desaparición, los hombres mandaron a cubrir mis heridas y me
dieron ropa limpia. Al llegar al banco amenazaron con matar a mis dos hijas si
llegaba a delatarlos, cuando entre al banco y solicité esa gran cantidad, no
fue motivo de queja por ningún gerente, porque mi cuenta se manejaba con muchos
más dinero que esa cantidad, los minutos de esperas se me hacían eternos.
Por primera vez
deseaba como nunca ver a mi familia, cuando me entregaron el dinero salí
corriendo a donde estaban los secuestradores. Aquellos hombres mostraban su
corazón de piedra, me subieron al carro, pensé que todo por fin había
terminado, pero no, había cometido otro gran error en darles el dinero con
tanta rapidez. Hablaban de matarme; dijeron porque me habían secuestrado, con
sentimientos de odio, criticaban a las personas que como yo desperdician el
dinero a manos llenas, en caña, drogas mujeres y platos finos, sin pensar en
toda la gente que estaba sin comer.
Por un instante
sentí que todos mis esfuerzos habían fracasado, al cabo de un tiempo desnudaron
mi cuerpo mutilado y me abandonaron en una carretera baldía, como pude me puse
de pie y camine 300 metros hasta conseguir una aldea, pedí ayuda y me
desvanecí. Cuando desperté estaba en una habitación de paredes blancas, con un
olor característico a hospital; al mirar al frente observé al pie de mi cama a
mis dos hijas y a mis padres; comprendí que la familia a la que había rechazado
y olvidado eran mi único apoyo y mi única razón de existir.
Me arrepentí de
todo el tiempo que había perdido, les pedí un fuerte abrazo y me disculpé por
todos los errores que había cometido en mi vida; doy gracias a Dios por darme
una nueva oportunidad para cambiar y ser mejor persona.
Secuestros como
éstos se viven día a día en cantidades de familias venezolanas; ya las personas
lo consideran como algo común en sus vidas, en Venezuela durante julio del 2008 a julio del 2009, se
registraron 16.917 secuestros, de ellos un 82% en la modalidad express.
Estamos sometidos a
vivir en una constante angustia por la delincuencia, ya sea por los atracos en
las calles o por los diferentes tipos de secuestros express que en la
actualidad se presentan, algunos los llaman el paseo millonario. Interceptan a las víctimas en distintas zonas de Caracas,
saliendo o entrando de su casa o trabajo, cerca de restaurantes o discotecas o
zonas comerciales, te llevan a cajeros mientras te amenazan y a los bancos para
retirar cifras millonarias, roban carros con la víctima adentro para luego dejarla en algún sitio baldío.
Se recomienda: no
salir a altas horas de la noche, colocarle papel ahumado a lo vidrios y
mantenerlos arriba, no manejar el teléfono mientras manejas, estar siempre
alerta y mirar a su alrededor, estas son una de las maneras de estar
protegidos, pero esto no quita que mañana puedas ser tú víctima de un secuestro
express.
Roxana Benavente
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