“Areperas 24 horas:
Satisfacción de
paladares en la noche”
Así como nos
podemos encontrar con una arepa rellena de carne mechada gigantesca en toda la
entrada del parque Musipan, en nuestra querida isla de Margarita, también nos
tropezamos con esta típica comida criolla de nuestro país en las noches
nocturnas caraqueñas, tal como en “La Casa del Llano”, ubicada en las Mercedes,
“El Budare” en la Castellana, “El Mirandino” en el Paraíso, “El Gran Brasero”
en la Trinidad, o saliendo un poco de nuestra frontera capitalina, “La Gran
Arepota” en la autopista Regional del Centro, dirección a Valencia.
Es muy difícil
encontrar a alguien que no se haya comido al final de alguna jornada laboral
nocturna o después de una rumba caraqueña, una deliciosa “pelúa” (arepa de
carne mechada con queso amarillo), una “catira” (arepa de pollo con queso
amarillo) o “reina pepiá” (arepa de pollo con mayonesa y aguacate).
Lo cierto es que
estos restaurantes especializados en comida típica venezolana (como lo es la
arepa), tienden a satisfacer paladares a cualquier hora, porque se encuentran
en su mayoría, 24 x 24 abiertos al público.
Aunque su horario
se divide en turnos, no cabe duda de la tenacidad y buena disposición de sus
trabajadores, ya que no es fácil laborar en un turno de 10:00 pm (cuando la
mayoría de la población se encuentra en sus hogares descansando) hasta las
6:00am (que es la hora donde la gran parte de los ciudadanos empiezan a ir a
sus trabajos). Tal cual es el caso de
José Pperez, quien se gana la vida como mesonero en “Los Pilones del Este”
ubicado en las Mercedes, y con mucha perseverancia y entusiasmo atiende a todos
y cada uno de los consumidores que concurren a ese lugar.
Uno de los aspectos
positivos, a parte de ganarse el sustento de su familia, es el hecho de que
algunas personas, tomando en cuenta las altas horas de la noche en que estos
trabajadores se desempeñan, se sientan en el deber de retribuirle ese desvelo y
atención con propinas generosas.
Sin embargo, este
trabajo nocturno acarrea otro tipo de connotación que no suele ser la más
agradable, como lo es el alto riesgo de peligrosidad que rodea a todo
venezolano que se encuentre en horas de la noche o de la madrugada en las
calles. No se puede obviar que la
mayoría de las veces el tipo de clientes que frecuentan en las noches estos
tipos de restaurantes, son personas que vienen de algún local nocturno de
fiesta, lo que ocasiona situaciones incomodas
de malos tratos, groserías y actos impertinentes a causa del alcohol
ingerido por parte de los clientes.
Secuestros, robos,
peleas… son sólo algunos de los peligros que noche a noche llevan a cuesta
estos ciudadanos, que ya sea por necesidad o por gusto propio, interrumpen sus
horas normales de sueño para contribuir a una sociedad construída a base de
trabajo.
Maryury Vega
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