Lo que se ha hecho de noche
sale a la luz del día
Uno de los factores más constantes en la historia de vida de las personas que tratan de manera inadecuada a los niños es que casi siempre fueron golpeadas, descuidadas, abandonadas o agredidas emocional y verbalmente cuando eran pequeñas.
La teoría de la transmisión intergeneracional del trato inadecuado y el abuso sostiene que las experiencias infantiles constituyen una predisposición a que la relación con los propios hijos se establezca sobre la base de los que se vivió en la infancia. Es decir, que los que aprendemos en nuestra familia sobre lo que es un niño, lo que se debe esperar de él y la forma como debemos tratarlo y educarlo, se transmite de una a otra generación, de igual manera que nuestras creencias, costumbres, tradiciones y valores. Sin embargo, los comportamiento inadecuados y violentos sólo aparecen cuando la persona se ve enfrentada a las responsabilidades de la paternidad o la maternidad.
Según Elvia Vargas Trujillo, Psicóloga egresada de la Universidad de los Andes y Máster de la Universidad Iberoamericana (México D.F.), cuenta el caso de Jorge, que es un padre de diecinueve años que tiene bajo su cuidado a su bebita de tres meses, por primera vez. Ante el llanto constante de la niña intenta calmarla realizando todo tipo de acciones: cambiarla, jugarle, darle alimento, cargarla, arrullarla, cantarle, sin tener éxito con ninguna de ellas. A medida que pasa el tiempo y que no logra calmarle con nada de lo que le hace, se siente incapaz, inútil, impotente-frustrado y comienza a reaccionar violentamente: le grita, la sacude, la deja sola en la cuna y, por último, le pone una almohada en la cara. Por fin, la niña calla, y al retirar la almohada descubre que murió asfixiada.
Es una historia terrorífica pero real. Asimismo, Trujillo afirma, que la manera como nos educaron las personas que estaban a cargo de nuestro cuidado determina, en gran medida, el estilo de relación que establezcamos con nuestros hijos. Algunas personas pueden pensar que la forma como fue tratada en su infancia fue muy buena y tratarán de repetir los mismo con sus hijos, y a otras les puede parecer que fue errónea por lo que ensayarán otras alternativas.
Esta transmisión intergeneracional de los estilos de relación que se establezcan entre los padres y sus hijos puede ser explicada por dos procesos: el aprendizaje y la calidad del vínculo afectivo.
Vale la pena señalar que en las familias donde el patrón de interacción es violento, los niños no sólo aprenden este tipo de comportamiento y su significado emocional, sino también que la persona que los golpea es la que más los quiere y se preocupa por ellos; se tiene el derecho de golpear a otros miembros de la familia cuando se es hombre, adulto, papá, mamá, el mayor o más grande, y que la violencia es un alternativa adecuada para enfrentar los conflictos cuando otras opciones no han funcionado.
La teoría de la transmisión intergeneracional del trato inadecuado y el abuso sostiene que las experiencias infantiles constituyen una predisposición a que la relación con los propios hijos se establezca sobre la base de los que se vivió en la infancia. Es decir, que los que aprendemos en nuestra familia sobre lo que es un niño, lo que se debe esperar de él y la forma como debemos tratarlo y educarlo, se transmite de una a otra generación, de igual manera que nuestras creencias, costumbres, tradiciones y valores. Sin embargo, los comportamiento inadecuados y violentos sólo aparecen cuando la persona se ve enfrentada a las responsabilidades de la paternidad o la maternidad.
Según Elvia Vargas Trujillo, Psicóloga egresada de la Universidad de los Andes y Máster de la Universidad Iberoamericana (México D.F.), cuenta el caso de Jorge, que es un padre de diecinueve años que tiene bajo su cuidado a su bebita de tres meses, por primera vez. Ante el llanto constante de la niña intenta calmarla realizando todo tipo de acciones: cambiarla, jugarle, darle alimento, cargarla, arrullarla, cantarle, sin tener éxito con ninguna de ellas. A medida que pasa el tiempo y que no logra calmarle con nada de lo que le hace, se siente incapaz, inútil, impotente-frustrado y comienza a reaccionar violentamente: le grita, la sacude, la deja sola en la cuna y, por último, le pone una almohada en la cara. Por fin, la niña calla, y al retirar la almohada descubre que murió asfixiada.
Es una historia terrorífica pero real. Asimismo, Trujillo afirma, que la manera como nos educaron las personas que estaban a cargo de nuestro cuidado determina, en gran medida, el estilo de relación que establezcamos con nuestros hijos. Algunas personas pueden pensar que la forma como fue tratada en su infancia fue muy buena y tratarán de repetir los mismo con sus hijos, y a otras les puede parecer que fue errónea por lo que ensayarán otras alternativas.
Esta transmisión intergeneracional de los estilos de relación que se establezcan entre los padres y sus hijos puede ser explicada por dos procesos: el aprendizaje y la calidad del vínculo afectivo.
Vale la pena señalar que en las familias donde el patrón de interacción es violento, los niños no sólo aprenden este tipo de comportamiento y su significado emocional, sino también que la persona que los golpea es la que más los quiere y se preocupa por ellos; se tiene el derecho de golpear a otros miembros de la familia cuando se es hombre, adulto, papá, mamá, el mayor o más grande, y que la violencia es un alternativa adecuada para enfrentar los conflictos cuando otras opciones no han funcionado.
Lady Viviana Rojas
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