Dos mundos.
Desde que comenzó las artes dramáticas, los espectáculos, los shows, las presentaciones, nacieron infinidades de artistas; cantantes, actores, músicos, etc. Grandes leyendas recordadas por todos como Marilyn Monroe, Freddie Mercury o Los Beatles, otros presentes en el transcurrir de nuestros días como Ricky Martín, Brad Pitt o Shakira, no es un secreto para nadie que algunos artistas son mas conocidos que otros por ende unos tienen mas influencia, a pesar de todas estas variables, cada personaje o cantante, posee fanáticos, que admiran, respetan y valoran su trabajo.
De toda esta magia que encierra el espectáculo se desprenden dos mundos, el del show y el del público, mundos totalmente distintos pero unidos por una misma razón; el amor al arte, sea cual sea, mundos que están constantemente interactuando. Por su parte el mundo del show es donde se ejecuta la presentación, la obra maestra encarnada por un artista que le da vida a ese personaje que despierta la pasión de muchos, del otro lado se encuentra el mundo del público, que se limita a ver, sentir, disfrutar y absorber cada segundo de ese momento.
Pero qué sucede cuando estas dos partes se topan en el mundo real, más allá de la función, qué ocurre cuando se encuentran en la calle, en un cafetín, en un centro comercial o restaurante.
Gismar Julio, una chica de 21 años, recuerda ese día como “uno de los más felices de mis días”. Relata su historia de cómo tuvo el placer de ver y compartir con el dúo que ella ama desde su infancia; Servando y Florentino, sucedió casualmente en un concierto de la agrupación romántica Sin Bandera. Ella es fanática de los hermanos Primera desde que ellos formaban parte de Salserín, para esa época Gismar tan sólo era una niña de 10 años, no podía ir a conciertos porque a su madre no le gustaba la idea.
Al cumplir los 15 años, comenzó a asistir a eventos y a partir de allí no faltó ni a un concierto de Servando y Florentino que se realizara en Caracas, sin embargo, no había tenido el placer de cruzar algunas palabras con ellos. En cada presentación lloraba y sentía la música de los Primera como toda una fan enamorada, sin dejar de lado uno de sus sueños, poder conocerlos en persona.
Ese día llegó y ella no se lo esperaba. Estaba feliz porque iba a ir al concierto de uno de sus grupos favoritos Sin Bandera, una razón para estar contenta durante todo el día. Cuenta “Llegué temprano, estaba en el área de VIP en mi silla, esperando que se diera inicio al espectáculo”, continúa “Sin esperarlo, ni imaginarlo, llegó Servando y Florentino, se sentaron a mi lado, sí ellos también iban a disfrutar del concierto”. Dice que ella se quedó en estado de “Shock”, que no sabía qué hacer, qué decir, estaban allí justo a su lado, como ella siempre quiso tenerlos y la emoción era tan grande que se quedó sin palabras, totalmente estática, a la espera de que su mente y cuerpo reaccionara para poder aproximarse a los hermanos Primera.
Y así fue, cuando recobro el aliento, temblando de los nervios, se dirigió a ellos y les dijo “No puedo creer que ustedes estén aquí, yo los admiro desde siempre”, cuenta que ellos rieron y se comportaron de forma amable. Gismar afirmó “Fue maravilloso, pude abrazarlos, tomarme fotos, decirle cuánto los admiraba, la emoción no me cabía en el pecho”. Expresó una y otra vez lo feliz que se sintió ese día, porque no sólo pudo compartir un rato con los Primera sino ver y gozar el concierto de Sin Bandera otra agrupación que ella admira, tuvo el placer de formar parte del mundo del espectador al lado de sus artistas favoritos, quienes en ese momento se encontraban en el mismo nivel que ella, estando en el mismo mundo que ella.
Es impresionante, como la casualidad puede hacer un día tan inolvidable y marcar la vida de una persona, estos dos mundos al encontrarse permite que se dé una experiencia bella, que siempre guardara en su mente y corazón el personaje que se encuentra en el público, ese personaje que hace al artista que le da fama, cariño, admiración, etc. Por ello, un mundo depende de otro; van de la mano, sin público no existe el show y sin espectáculo no hay espectador.
De toda esta magia que encierra el espectáculo se desprenden dos mundos, el del show y el del público, mundos totalmente distintos pero unidos por una misma razón; el amor al arte, sea cual sea, mundos que están constantemente interactuando. Por su parte el mundo del show es donde se ejecuta la presentación, la obra maestra encarnada por un artista que le da vida a ese personaje que despierta la pasión de muchos, del otro lado se encuentra el mundo del público, que se limita a ver, sentir, disfrutar y absorber cada segundo de ese momento.
Pero qué sucede cuando estas dos partes se topan en el mundo real, más allá de la función, qué ocurre cuando se encuentran en la calle, en un cafetín, en un centro comercial o restaurante.
Gismar Julio, una chica de 21 años, recuerda ese día como “uno de los más felices de mis días”. Relata su historia de cómo tuvo el placer de ver y compartir con el dúo que ella ama desde su infancia; Servando y Florentino, sucedió casualmente en un concierto de la agrupación romántica Sin Bandera. Ella es fanática de los hermanos Primera desde que ellos formaban parte de Salserín, para esa época Gismar tan sólo era una niña de 10 años, no podía ir a conciertos porque a su madre no le gustaba la idea.
Al cumplir los 15 años, comenzó a asistir a eventos y a partir de allí no faltó ni a un concierto de Servando y Florentino que se realizara en Caracas, sin embargo, no había tenido el placer de cruzar algunas palabras con ellos. En cada presentación lloraba y sentía la música de los Primera como toda una fan enamorada, sin dejar de lado uno de sus sueños, poder conocerlos en persona.
Ese día llegó y ella no se lo esperaba. Estaba feliz porque iba a ir al concierto de uno de sus grupos favoritos Sin Bandera, una razón para estar contenta durante todo el día. Cuenta “Llegué temprano, estaba en el área de VIP en mi silla, esperando que se diera inicio al espectáculo”, continúa “Sin esperarlo, ni imaginarlo, llegó Servando y Florentino, se sentaron a mi lado, sí ellos también iban a disfrutar del concierto”. Dice que ella se quedó en estado de “Shock”, que no sabía qué hacer, qué decir, estaban allí justo a su lado, como ella siempre quiso tenerlos y la emoción era tan grande que se quedó sin palabras, totalmente estática, a la espera de que su mente y cuerpo reaccionara para poder aproximarse a los hermanos Primera.
Y así fue, cuando recobro el aliento, temblando de los nervios, se dirigió a ellos y les dijo “No puedo creer que ustedes estén aquí, yo los admiro desde siempre”, cuenta que ellos rieron y se comportaron de forma amable. Gismar afirmó “Fue maravilloso, pude abrazarlos, tomarme fotos, decirle cuánto los admiraba, la emoción no me cabía en el pecho”. Expresó una y otra vez lo feliz que se sintió ese día, porque no sólo pudo compartir un rato con los Primera sino ver y gozar el concierto de Sin Bandera otra agrupación que ella admira, tuvo el placer de formar parte del mundo del espectador al lado de sus artistas favoritos, quienes en ese momento se encontraban en el mismo nivel que ella, estando en el mismo mundo que ella.
Es impresionante, como la casualidad puede hacer un día tan inolvidable y marcar la vida de una persona, estos dos mundos al encontrarse permite que se dé una experiencia bella, que siempre guardara en su mente y corazón el personaje que se encuentra en el público, ese personaje que hace al artista que le da fama, cariño, admiración, etc. Por ello, un mundo depende de otro; van de la mano, sin público no existe el show y sin espectáculo no hay espectador.
Keyssy González
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