Editorial
No es un adiós, es un Bienvenidos
Puede ser tomada como cliché la frase “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, pero desde nuestra visión particular, “no sabemos lo que tenemos hasta q lo recorremos”.
Durante las anteriores entregas pudimos explorar de forma un poco superficial algunas regiones de Venezuela, desde puntos de vistas muy subjetivas. Decimos superficiales, pues lo que quisimos no fue mostrar toda esa belleza oculta de nuestro país, sino despertar en el lector esa curiosidad de “¿Qué hay mas allá de mi ciudad?”. Generar ese impulso para que aflore el aventurero que todos tenemos, ese que se encuentra impaciente de salir con su mochila y bañar sus ojos con la riqueza natural que poseemos.
Una tierra de historias, donde muchos mitos y leyendas se vuelven parte del día a día del que la habita. No une un sentimiento de pertenencia, porque este país es nuestro. Más allá de escaparnos de la cotidianidad de la ciudad, del trabajo, de la universidad, ir de vacaciones es recrear nuestro cuerpo y nuestra mente. Ser anfitrión e invitado de un pedazo del cielo en la tierra.
Playas, montañas y ahora llanos, en esta reciente entrega viajaremos a los llanos centrales, a los médanos y paisajes cargados de belleza natural. Porque esa es nuestra misión, darte la tarjeta de presentación de la pequeña Venecia, esa que contaba Ricardo Montaner, “Donde mi querencia llega al borde voy mojando tu vestido como agüita de rocío con el sol de atardecer. Donde comenzó a soñar Bolívar donde nacen las orquídeas tras un árbol de promesas yo te quiero enamorar”. Conocerla es tu decisión.
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