La dulce bienvenida a la muerte
Eran
las 11:39 minutos cuando Anderson Gonzales
se encontraba lavando su moto de paseo, al cabo de unos minutos miró el
horizonte, notó algo muy extraño al otro lado de la acera; observó como dos
hombres golpeaban a un señor mayor que calculando tendría unos cincuenta años
de edad, sin pensarlo dos veces decidió acercarse y meterse para ayudar aquel
hombre desvalido, en ese instante en medio del forcejeo fue cuando aquellos
malandros sacaron una pistola que sin duda era una nueve milímetros. Los
minutos se hicieron eternos,
al mirar
a su alrededor,
ya aquel individuo que había intentado
salvar se encontraba sin signos vitales.
Su cuerpo estaba enchumbado de
sangre, el tiempo era indetenible y al cabo de una hora el joven había sido
esposado y metido dentro de una patrulla; sin imaginar que a partir de ese día
su vida no sería la misma, fue detenido
y llevado a la Cuerpo de Investigaciones Científicas y Criminalísticas
(Cicpc) de Chacao por una “supuesta investigación”, su familia en medio de la
tristeza y el dolor rogaban su libertad,
pasaron cuatro largos días cuando sin derecho a defensa fue trasladado a una de las cárceles conocidas
como una de las más peligrosas de Venezuela.
http://contacto-latino.com/arts/211/dias-de-prision-el-autor/
Sus
familiares buscaron la manera que fuera protegido dentro de la cárcel, la mejor
opción habían
sido los evangélicos dentro del aquel horrible lugar, entró con un manojo
de nervios, aterrorizado y en un gran
estado de shock por todo el peligro que correría junto a todos aquellos
antisociales que sin duda alguna querrían lastimarlo. En su llegada le dieron
“la bienvenida” como es mencionado en el dialecto de los presos; jamás este
hombre imaginó tal recibimiento,
en su mente solo existía la angustia de lo que ocurriría con su vida. http://www.lapatilla.com/site/2012/03/12/venezuela-2011-fue-el-ano-mas-violento-en-calles-y-carceles/
Al
entrar,
los
prisioneros le dieron lo que ellos llaman “azuquita”, es decir, su último
disfrute. Lo trataron como un Rey le dieron licor, cigarros, llamadas y fiestas sin cesar junto a los que ahora
serían sus compañeros, lo primero que
hizo fue llamar a sus familiares para decirles que no se preocuparan que él
estaba bien; sin embargo nunca imaginó que ese sería su último día de aliento,
no pensó ¿Qué había tras aquel advenimiento?, transcurrió no más de cuatro
horas, cuando fue sorprendido por una red de asesinos encabezada por “Raúl
Tuama y “Huevo Frito” Ramírez” entre miles de hombres lo golpearon, lo apuñalearon y le dieron más
de veinte tiros por todo el cuerpo, para culminar con este
homicidio le clavaron un machetazo en el medio del cráneo.
Cuando
por fin llegó el día de visita, su novia, su madre, hermano y sus padres
llegaron al penal del yare; con las lagrimas en los ojos por la felicidad de verlo nuevamente justo a
ellos. En ese momento escucharon un fuerte revuelo armado dentro del retén,
gritaban:
“le dimos matarile al nuevo”,
la hermana con la desesperación a flor de piel logró entrar para averiguar lo que
estaba ocurriendo, miró a los lados y en medio de una decena de cadáveres estaba
allí el cuerpo de su hermano ensangrentado y estático.
Con
el dolor que esto le causaba decidió llegar hasta el fondo del asesinato de su
hermano, pasaron unos meses
de investigaciones continuas, cuando finalmente Daniela
Gonzales encontró las respuestas a todas sus preguntas. El hombre que había
muerto en medio del forcejeo donde su hermano había muerto había intervenido, era
familiar de un “chivo” del Cicpc la muerte de este individuo no
fue un simple accidente,
fue
una muerte premeditada y muy bien planeada; como el libro “Días de prisión” del
autor Osvaldo Gasparini donde menciona muchos casos de homicidios en los que
inocentes terminan siéndoles arrebatada su vida como fue el caso de la familia
Gonzales.
Anualmente
se registran millones de homicidios en las cárceles, no solo de Venezuela. “la
patilla” en el año 2011 registró un aproximado de quinientos sesenta asesinatos
de reos, donde quizás la mayoría son apresados e injustamente, asesinados
por órdenes de entes mayores o "chivos" del Cicpc en venganza de
infinidad de delitos.
Roxana Benavente
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