Editorial
¿Para qué escribimos?
¿sirve para algo?
Hacer este editorial no es sencillo, y tiene una razón.
Cuando se ha leído lo suficiente para saber que lo que uno escribe no siempre
es interpretado como uno lo escribió entra el miedo, la angustia. Uno se transforma en el personaje del cuadro
de Eduard Munch, "El Grito", pintado en 1893, y teme
perder la razón ante la página en
blanco de la computadora, si es que uno está
en el hogar o la oficina, porque si este miedo o temor a redactar se tiene
estando en público, nos estaríamos enfrentando a una fobia llamada “Escriptofobia”,
que ya el nombre es como para pensar el asunto y tratar de no padecer este
trastorno psicológico.
Sin embargo, la pregunta en la mente de quienes deben, como
los periodistas, hacer de la literatura y la crónica de su época una forma de
vivir siempre estará presente: ¿Para qué escribo?, ¿Para quiénes escribo?
Afortunadamente, estas preguntas filosofales tienen
respuesta en la lectura; claro, no en
cualquier lectura sino en la universal, la que todo lo sabe en la actualidad y,
no me refiero a los clásicos de William Shakespeare, ni al verbo de Miguel de
Cervantes y Saveedra, creador de "Don Quijote de la Mancha" y máxima
autoridad en materia de historias de caballería.
Cuando menciono la fuente actual de la sabiduría universal
me refiero al SEÑOR GOOGLE, ese que todo lo sabe, todo lo domina, todo lo ha
pensado y lo tiene almacenado. Tampoco es que me pienso plagiar un texto que dé
paz y quietud a mi alma atormentada sobre este tema, porque al César lo que es
del César y si alguien tiene una respuesta será debidamente señalado y elevado
a la categoría requerida.
Entrando en modo lectura, navego por Internet y ... sí,
alguien tiene la respuesta, pero no es uno solo, hay muchos autores que pueden
venir a nuestra ayuda y dar luces sobre
el tema.
Al primero que encuentro en mi búsqueda de este Santo Grial
es a Juan Carlos Lozano, quien desde su blog hace la
siguiente aclaratoria de la que me valdré, en una primera instancia para justificar el para qué escribimos.
Comenta Lozano que: "Si yo creyera que este mundo en el
que vivo es perfecto, exacto, y preciso. No tendría ninguna necesidad de
escribir. No habría nada que decir. Nada que analizar. Nada que pensar y nada
que hacer. Escribir estaría de más y sería una ociosa tarea”.
“¿Qué podría decirte? ¿Cuál sería el mensaje?, ¿Conque
propósito lo diría?, ¿Para qué dirigirme a ti o a cualquiera? Ciertamente no
habría nada que decir, porque todo sería perfecto”.
“Escribimos sin embargo, porque hay algo que tenemos para
decir. Porque no está todo dicho. Escribimos desde la adhesión y el disenso.
Escribimos desde el placer y el desencanto. Desde el saber y desde la
ignorancia. Desde el poder y desde la impotencia. Escribimos en suma desde lo
que somos, llenos de contradicciones y de ambivalencias”.
Una vez leído este texto, las explicaciones están claras:
escribimos porque tenemos cosas que decir, y con esa claridad del texto de
Lozano, a quien no conozco, pero estaré eternamente agradecido, puedo afirmar
que todos los relatos que los lectores pueden encontrar este blog, y que son
producto de los estudiantes de Sexto semestre B de la Universidad Santa María
en la cátedra de Edición y estilo II de la escuela de Comunicación Social, vaya
que fui específico, son relatos que tienen que ser contados, y solamente ellos,
con su agenda propia, sin ninguna presión, ni lineamiento han decidido
compartir con todos.
Jorge Luis Borges decía que "él escribía para sí mismo
y un grupo selecto de amigos". Nosotros podemos decir que escribimos estos
relatos para nosotros y para todos los amigos, y tal vez unos cuantos enemigos,
que quieren saber qué estamos pensando.
Dicen que el miedo es libre y uno de los temores que
persigue al escritor es la presunción de ser original, en vez de optar por la
estrategia de ser autentico, como lo afirma Abner Pantoja, uno de esas
referencias que se encuentra en el mundo digital y que menciona que debemos desarrollar la habilidad de
"expresar ideas", y para ello se debe escribir, en principio, para
que fluyan las ideas.
"Tengo tanto que decirte que me atoro". Esta frase de Cesar Vallejo también resume el
miedo que nos da a la hora de escribir y querer decir tantas cosas que
terminamos paralizado sin poder ordenar nuestras ideas, pero debemos superar
esos temores y pensar que al unir
palabras y darles sentido lógico estamos logrando ayudar, enseñar, incluso logramos hacer amistad, pero también
"Escribimos para contar, pesar y medir. Para juzgar y ser juzgados
honestamente. Para ordenar en nuestras almas distinguiendo lo descartable, lo
transitorio, lo importante, y lo que será significativo permanentemente",
como lo afirma Lozano.
Este blog y su contenido buscan todo eso y tal vez algo más,
sean entonces ustedes, los lectores, quienes juzguen el trabajo presentado,
opinen, comenten, que en esa medida seremos
mejores y podremos llegarle a más personas que también tendrán su oportunidad de
ser parte de esta bola de nieve que comienza a circular por la pendiente y que
debe ir creciendo con el apoyo de los que escriben y saben que deben seguir
haciéndolo, pero también con el compromiso de quienes serán lectores activos
para decir lo que se hace bien y lo que no también.
Al final contesté la pregunta inicial, teniendo la respuesta
en el subtitulo de esta página: Escribimos porque alguien tiene que contar las historias y quiénes
mejor que nosotros para hacerlo.
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