martes, 10 de julio de 2012


Crónica de las Playas de Agnès en la Habana
           
Salen del cine. Agarrados de la mano, llevan poco de casados. Salen callados, pensativos. Sin duda, AgnesVarda los ha impresionado. Caminan hasta la parada de la guagua.
                                                                 
            -Chino, a mi la verdad, es que no me gustó la película. El tipo es un inmoral.
           -No, china, no. La película es muy buena. Platea una situación muy interesante. El tipo es un tipo sincero. Está casado, feliz, pero también tiene otra muchacha. Esa es la trama de la película.
           -Una muchacha, no. Una querida.
          -Bueno…

Se montan en la guagua y siguen hablando de la película. Casi llegan. Y el tema no cambia.

           -Pero, china, fíjate, es que eso es lo que le pone picante a la película.
“Hay hombres que dan su cariño a dos mujeres al mismo tiempo… Y las quiere cada una a su manera. Y reciben cada una, una parte de felicidad… Y así completan… pues la felicidad, la felicidad completa. ”
           -No, no, qué va. Eso lo que es… ¡es una falta de respeto!
“Y además, una crueldad, chico. Claro… por eso es que ella, cuando se entera, se suicida. ¡Cómo no se iba a suicidar, si lo quería, y lo consideraba un hombre bueno… el padre de sus hijos…!
          -Ay, china, es que todas las mujeres son todas iguales.
“Todo lo ven siempre igual. Date cuenta que ahí lo más importante es la sinceridad del tipo. Chica, tiene la sinceridad de planchar la camisa como es, pero… para no divorciarse, ni para formar una tragedia, ni nada.
 Sino plantear el problema como es. Y en lugar de recibir comprensión, que todo hombre espera de su mujer – ¡Coño, la comprensión  que todo hombre espera de su mujer!- ¿Y qué pasó? La tragedia, la sangre, el drama…”
        -Pero qué comprensión  iba a esperar de una mujer que de pronto se entera que su marido la engaña. No, viejo, no. Ella… que de pronto se decepciona, se desilusiona, se desespera, no sabe qué hacer - ¿Te das cuenta?- Y se mata. Y es lógico, cualquier mujer haría lo mismo.
       -¿Ves, ves lo que te digo? Piensas nada más que como una mujer. No eres objetiva.

Llegan al hotel. Suben a la habitación. Se desvisten. Se acuestan. Prenden la lamparita de noche. Se ponen a leer.


           -¿Chino?
           -¿Qué?
          -¿Y por qué tú lo defiendes tano?
          -¿A quién? ¿Al de la película?
“No, vieja, no. No es que yo lo defienda. Es que tú no comprendes. Nada, es que ustedes las mujeres no comprenden esas cosas. No te digo que todas ustedes son iguales”

Siguen leyendo. Él se empieza a quedar dormido. Ella pensativa. Apaga la luz. Pasa un rato.
                                                 
         -¿Leonardo?
         -¿Mmmmm?
         -¡Leonardo!
         -¿Quéee?
         -¡Tú me ocultas algo!
         -¿Mmmm?
         -¡Tú tienes a otra mujer!
         -Está bien, está bien, tengo otra mujer.
         -Leonardo, estoy hablando en serio. Leonardo. ¿Tú sabes lo que hago si tú tienes otra mujer? ¡Me mato, Leonardo, lo oíste! ¡Me pego un tiro! ¡Me mato Leonardo!
         -Si te pegas un tiro. No te dije que todas las mujeres son iguales. Como te dejas engañar por comportamientos, personalidades y contextos ficticios. ¡Pero esta bueno ya! ¿Me oíste?
           -¡Tú tienes otra mujer! ¡Ahora estoy segura!
          -¡Bueno chica, si! ¡Está bueno ya! ¡Sí, tengo otra mujer! Bueno ¿Y qué? ¿Te vas a matar?

 Silencio. Pasan unos instantes. Ella se levanta de la cama. Va al baño. Busca la pistola. La carga. Le tiemblan las manos. Lo mira desconsoladamente. Parece dormir. Levanta la pistola. Cierra los ojos. Y dispara. El chorrito lo empapa completamente.

                                                                 

Manuel Alí Ramos Reyes

 El Amor en Contra de las Estadísticas

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